TINTERO:OPINIÓN“Esto es lo Que Pienso”

IMPUESTO A LOS TEXTILES IMPORTADOS: ¿BUENA IDEA?

La presidenta Sheinbaum ha hecho el anuncio de que los textiles importados se gravarán, temporalmente, con hasta un 35% de aranceles. La razón, argumenta, tiene que ver con los precios no competitivos de marcas como Temu o Shein, así como el modelo de negocio que facilita la evasión de impuestos a estas empresas, lo que resulta injusto para los productores que desarrollan esta industria en nuestro país.  Según el secretario de Economía, la competencia injusta le ha costado a 79 mil personas su trabajo, y cae casi el 5% cada año. Ahora, ¿es aumentar la carga impositiva la solución a este problema?
La cuestión de los textiles tiene muchas caras y puede servir para que realicemos una profunda reflexión sobre ellas.  Partamos del hecho de que todos necesitamos vestirnos y que las prendas producidas en México suelen ser cada vez más caras, mientras los ingresos son cada vez menos suficientes.  Existen algunas tiendas en las que podemos adquirir nuestra ropa en “plan vajilla”, es decir, pagando cuotas pequeñas, semanalmente; sin embargo, ese tipo de cuotas suelen ser una herramienta eficiente para que las tiendas amarren a los compradores, quienes normalmente terminan excediendo su capacidad de compra y deuda.  Pero era ropa mexicana o, cuando menos, elaborada en nuestro país, y sus precios no son, de hecho, tan bajos.
Y entonces, aparecieron las tiendas en línea que envían a todo el mundo.  Precios inigualables y diseños modernos, además del envío a casa – con pago contra entrega -, les convirtieron en la opción para adquirir prendas de vestir.  Pero la ropa que distribuyen esas tiendas tiene problemas serios de calidad, de talla y de ética en su producción.  En ese caso, se vuelve conveniente la cuestión impositiva, para que los precios de estos productos no sean mucho más bajos que los de los textiles nacionales.  Pero, ¿podrán los más pobres adquirir la ropa ahora? Además, las restricciones en nuestras libertades, provocadas por el gobierno federal, atentan contra nuestro derecho a la libre elección.
Ahora, ante la inminente llegada del arancel, no nos quedará otra que regresar a los tiempos del “slow fashion”, cuando remendábamos nuestra ropa, no había moda – todo lo heredábamos de nuestros hermanos o primos más grandes – y nuestras mamás convertían las prendas que ya eran inusables en trapos de cocina.  ¿Y nuestro derecho avernos como se nos de la gana? Volveremos a ser creativos, a pintar nuestros jeans con plumones o témperas, a cortar las chamarras para verlas como chalecos, o a resignarnos.  De todas maneras, la industria textil mexicana no se beneficiará del todo, porque somos los ciudadanos los que no tenemos el poder adquisitivo para mantenerla a flote.
Claro, a menos que… a menos que el estado desarrolle planes que permitan a los productores, sobre todo a las empresas medianas o pequeñas, reducir sus costos.  ¿Subsidios a la materia prima? ¿Reducción del salario mínimo? Todo redunda en perjuicio para la economía de las familias mexicanas.  Lo cierto es que los impuestos revanchistas jamás serán una idea completamente buena, si no se acompañan por programas que permitan a nuestras industrias mantenerse a flote.

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