CONTRACORRIENTE
¿Y dónde está Peña? Esa es la pregunta que deberíamos hacernos cada vez que vemos un nuevo retroceso en la vida pública del país. Enrique Peña Nieto, presidente entre 2012 y 2018, fue el responsable directo de entregarle el país al populismo autoritario que hoy lo gobierna.
Peña no se fue derrotado, se fue pactado. Pactó con los grupos de poder, con la vieja guardia priista, con empresarios impunes y, al final, con el propio López Obrador. Su legado no es una reforma educativa ni energética, sino una generación entera de gobernadores corruptos, un sistema judicial debilitado y una clase política cínica, saqueadora y profundamente desconectada de la gente.
Fue su sexenio el que trajo a México a personajes como los Duarte, Borge, Medina y compañía, a quienes no se les investigó a fondo sino hasta que el escándalo fue imposible de esconder. Gobernadores que convirtieron el presupuesto en botín personal, sabiendo que la presidencia los cobijaba mientras “no se salieran del guion”.
Pero si algo marcó el sexenio de Peña, fue la vuelta al centralismo presupuestal. Con los gobiernos del PAN, los estados, los municipios y las universidades públicas vivieron sus mejores años de inversión y autonomía financiera. Con Peña, el presupuesto volvió al centro, se cerraron los fideicomisos, se acabó el diálogo con rectores, alcaldes y gobernadores, y se reinstauró el viejo modelo priista de control político desde la Secretaría de Hacienda.
Ese modelo lo heredó López Obrador y lo radicalizó, pero el precedente fue Peña. Y mientras todo eso ocurre, mientras México se empobrece, se militariza y se llena de miedo, ¿dónde está Peña? Está en Europa. Caminando por Madrid, viviendo en la opulencia, de compras y cenas con sus conquistas del momento, como si nunca hubiera tenido nada que ver con este país. Como si no hubiera saqueado, entregado y destruido.
Esa es la imagen que mejor retrata su sexenio, la frivolidad como estilo, la impunidad como destino. Peña dejó México en ruinas y se fue sin rendir cuentas, como si fuera un turista más. Pero no lo es. Es el responsable de gran parte del desastre.
Y no se vale olvidar. Porque mientras él pasea por Europa, millones de mexicanos vemos a diario cómo se desmorona el país que traicionó.
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