EL PRÓXIMO GOBERNADOR NO PUEDE SER OTRO IMPROVISADO

Después de dos sexenios perdidos, Zacatecas enfrenta una disyuntiva crucial: elegir entre otro administrador del deterioro o construir, por fin, una verdadera conducción del Estado. Y para lograrlo, el próximo gobernador no puede ser más de lo mismo. No puede ser un improvisado, ni un operador de grupo. No puede ser solo imagen o narrativa. Tiene que ser carácter, capacidad, visión.
 
Lo que Zacatecas necesita no es un jefe de redes sociales ni un gobernador de eventos. Necesita a alguien que entienda lo que significa gobernar. Formar equipos, tomar decisiones difíciles, construir soluciones sostenibles. Alguien que sepa priorizar, escuchar, planear y ejecutar. Que no le huya al conflicto, pero tampoco lo use como espectáculo. Que tenga claro que el gobierno no es para cuidarse políticamente, sino para servir estratégicamente.
 
Hoy el Estado está desmantelado. La inseguridad ha bajado en algunas cifras, pero la percepción de peligro no desaparece. La economía es débil, la inversión se ha ido, y los jóvenes migran o desertan. El gobierno actual ha confundido estabilidad con inercia y presencia con propaganda.
 
El siguiente gobernador deberá ir más allá de la anécdota y del “personaje simpático o que siempre esté comiendo en redes sociales”. Necesita construir instituciones, liderar equipos profesionales, retomar el orden público; volver a atraer inversión y talento. Y sobre todo, dejar de gobernar con ocurrencias o lealtades serviles. La lealtad verdadera a Zacatecas es la competencia, la transparencia y la eficacia.
 
Después de dos gobiernos mediocres, el reto ya no es sólo mejorar. Es recomenzar. Y para eso no basta con buena voluntad, hace falta estatura.