La caída de Julio César Chávez Jr. , tras su detención en Estados Unidos y próxima entrega a la FGR para cumplir con la orden de arresto que tiene desde 2023, podríamos considerarla la crónica de una tragedia anunciada. Pese a ser hijo de quien es y de no haber tenido necesidades económicas, el junior nació con mala estrella, con el santo de espaldas.
Su carrera como boxeador siempre ha sido cuestionada por sus indisciplinas, falta de compromiso. Se le comparó con su hermano Omar, quien según la opinión de expertos tiene más cualidades. Llevar el apellido Chávez ha sido una carga muy pesada para Julito, quien en una entrevista me dijo que siempre le han dicho que él nunca hace nada bien. Esa revelación fue en el marco de su preparación para enfrentar al Canelo Álvarez, pelea donde fue apabullado.
En su concentración en el Centro Ceremonial Otomí estaba con su esposa Frida y su pequeña hijita. Ahí también estaba su papá, por cierto muy enojado porque el junior no se levantaba temprano y tenía a todo el equipo esperando para salir a correr. Su entrenador, Ignacio Beristáin, tuvo toda la paciencia y los mejores consejos, pero al parecer nada ni nadie ha podido con lo voluntarioso que es Julio para portarse mal y meterse en problemas.
Su adicción al alcohol y a las drogas es herencia de su padre, su relación con los grupos criminales también. A lo largo de su vida el junior vio fotos de su papá con los jefes de los cárteles de la droga, también le tocaron sus borracheras y golpes. Aunque Chávez padre finalmente logró rehabilitarse, e inclusive ha ayudado a muchas personas a limpiarse, su pasado condenó a su propio hijo.
En años más recientes, los videos que Julio Jr. hizo para sus redes sociales lo pintaron tal cual es: rodeado de billetes verdes, presumiendo su fortuna, enseñando sus excesos; a veces también en estado inconveniente y hasta defendiendo a Ovidio Guzmán. El junior no conoce otra vida, se ha sentido cómodo rodeado de los reflectores de una luz maligna. Es una tragedia porque, al menos en su caso, el deporte no pudo sacarlo de sus adicciones, no lo alejó de las malas compañías y fue más bien otro escalón en su descenso a los infiernos.
El junior en muchos sentidos siguió simplemente el ejemplo que le dio su padre. En el boxeo no fue magnífico como él. Los más grandes boxeadores de la historia fueron producto del hambre y de la miseria, sólo así se entiende que un ser humano se suba a un ring a darse de golpes. Al junior todo le fue dado, no tenía la necesidad de arriesgar nada. Quiso ser como su papá, un gran deportista, y no pudo. Decenas de veces Julito contó su vida de niño como hijo de un adicto, de un señor famoso al que los capos le tocaban la puerta. También en los excesos lo emuló, desafortunadamente ahí sí logró superarlo.
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