En el México real, donde los mexicanos de bien ponemos un granito de arena para potenciar el trabajo y brindar propuestas o acciones consensuadas para hacer de nuestra querida nación un país mejor, en momentos de mayor gravedad y lastimosas situaciones como han sido los sismos, fenómenos climáticos, catástrofes naturales o accidentes y, la exposición de la pipa de gas ocurrida en el Puente de la Concordia de la Ciudad de México, los iztapalapenses mostraron su garbo y solidaridad con las personas (hombres, mujeres y niños), perjudicados con quemaduras graves, actuando de manera oportuna durante la tragedia, ayudando como podía y ofreciendo lo que podía para mitigar el dolor de las victimas. Como sociedad, sí somos solidarios y mientras mayor es la gravedad somos más solidarios, pero damos respuestas variadas a quienes ayudamos. La solidaridad es más que un valor ético. La solidaridad es una respuesta activa frente a los desafíos globales. Gobiernos, instituciones y organizaciones civiles promueven a la solidaridad como un principio capaz de enfrentar cualquier situación o desigualdad y atender crisis sanitarias, como lo fue la reciente pandemia por COVID-19.
Mantenerse solidario no solo fortalece lazos sociales, sino que también genera beneficios individuales. La solidaridad a lo largo de los años se ha convertido en un estandarte de la empatía, la confianza, la felicidad y hasta la salud emocional, al reducir el estrés y aumentar el sentido de bienestar. Como ya se ha dicho, la solidaridad es el acto de realizar acciones en beneficio de otra persona sin esperar nada a cambio. Es un valor fundamental en la sociedad que contribuye al bienestar y la armonía. Ser solidario implica ayudar a los demás, sin importar su condición social, económica o cultural. La solidaridad tiene un significado profundo, ya que implica preocuparse por los demás y estar dispuesto a brindar apoyo en cualquier momento. Ser solidario implica ser compasivo y generoso, y tener la voluntad de colaborar en la solución de problemas y necesidades.
La tragedia ocurrida el 10 de septiembre pasado en el Puente de la Concordia, Iztapalapa, dejó una estela de dolor, pero también mostró un fuerte gesto de solidaridad. la gente salió a ayudar; vecinos, policías, repartidores de aplicaciones, taxistas y personal comunitario se coordinaron para atender a los lesionados, así como para llevar comida y víveres a rescatistas, familiares de heridos y de fallecidos. En los alrededores del lugar del siniestro y en hospitales cercanos, como el Hospital General Emiliano Zapata, ciudadanos y autoridades improvisaron centros de apoyo para quienes aguardaban noticias de sus familiares. Ahí se entregaron alimentos, agua y productos básicos que ayudaron a sobrellevar la espera.
La solidaridad es importante por varias razones. En primer lugar, contribuye a crear una sociedad en armonía, donde la cooperación y el respeto mutuo son fundamentales. Además, ayuda a mejorar la calidad de vida de quienes más lo necesitan, brindándoles satisfacción y haciéndolos sentir parte de la sociedad. Los habitantes de colonias cercanas se sumaron de inmediato. Recolectaron agua, guisos caseros y pan, mientras que comedores del Sistema Público de Cuidados de Iztapalapa prepararon alimentos calientes que fueron repartidos a socorristas, policías y voluntarios que trabajaban durante la noche. Las autoridades capitalinas reconocieron la labor ciudadana. Tanto la jefa de Gobierno de la CDMX como la presidenta Claudia Sheinbaum destacaron la unión de la población en momentos críticos: “la colaboración social ha sido fundamental para acompañar a los familiares y dar fuerza a los equipos de emergencia”, expresaron.
La escena más dramática fue la de una abuela que, al ver acercarse las llamas, cubrió a su nieta Zulen con su propio cuerpo. El fuego alcanzó a ambas, pero mientras ella sufrió quemaduras en gran parte de su piel, la pequeña resultó con lesiones menores, aunque sí tiene quemaduras en su rostro y extremidades. La respuesta médica fue inmediata. El Hospital General de Zona 53 del IMSS abrió sus puertas de emergencia y recibió a 12 pacientes con quemaduras graves. Un video difundido en redes sociales mostró cómo médicos, enfermeras y camilleros se movilizaron de manera urgente para preparar las salas y atender a los lesionados. La tragedia dejo hasta ahora decenas de heridos y fallecidos, pero también un ejemplo de grandes héroes anónimos que, ante la adversidad, surgen dentro de la solidaridad ciudadana en Iztapalapa, enorme pilar de apoyo para quienes más lo necesitan.
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