EDITORIAL DONALD TRUMP EL RADICAL
Aún no se ha cumplido el primer año de gobierno de Donald Trump y su extremismo toma tintes alarmantes. Ya no se trata solo de segregar a las minorías o echar a los migrantes legales e ilegales; ahora decidió iniciar al interior de Estados Unidos una guerra civil que encabeza la Guardia Nacional contra los estados demócratas, según él, para restaurar el orden.
El autopromovido candidato al Nobel de la Paz arengó hace unos días a su cúpula militar a «vigilar al enemigo interior» (léase los Antifa), tras prometer que «resucitará el espíritu guerrero» de las fuerzas armadas de EU, en un discurso muy belicoso. Fue más allá; dijo que el Ejército debe utilizar algunos estados como campos de entrenamiento.
El enemigo son las ciudades gobernadas por los demócratas de la “izquierda radical”: San Francisco, Chicago, Nueva York, Los Ángeles, que calificó como lugares peligrosos. Y “las vamos a poner en orden una por una», aseguróTrump. La Guardia Nacional también ha sido desplegada en Washington DC y Portland.
Bajo el tono ultraconservador del nuevo gobierno, Pete Hegseth, el secretario de Guerra, antes secretario de Defensa, convocó a una reunión militar en Quantico, Virginia, para explicar las nuevas directrices del poder militar, donde advirtió que retomarán los valores de antaño.
Eso quiere decir que se les cierran las puertas a transexuales, homosexuales e incluso a las mujeres (“que no estén al nivel requerido”), argumentando que el Pentágono da por terminada esa etapa de «basura ideológica», aseveró Hegseth. «Se acabó esta mierda», dijo textualmente.
Las nuevas disposiciones castrenses contemplan, también, más entrenamiento físico, fuera barbas, pelo largo, «generales gordos», menos reuniones administrativas, fin de las quejas anónimas, una sacudida completa que conlleva un radicalismo extremo que hace muchos años había quedado en las trincheras del olvido.
Trump y su gobierno, escudados en su conservadurismo extremo, venden un resurgimiento de EU que sin duda provoca que más de un sector de la sociedad sienta zozobra, miedo y coraje, porque todos los derechos ganados durante varias décadas se están yendo al caño, como es el caso del derecho al aborto.
De hecho, ese discurso extremo de los seguidores de Trump, que son los pilares de la MAGA (Hacer grande otra vez a Estados Unidos), ya provocó el asesinato del ultraconservador Charlie Kirk, un imán entre los jóvenes que tuvo que ver mucho para el regreso del magnate a la Casa Blanca.
Kirk justificaba el derecho a portar armas, bajo la Segunda Enmienda, y reconocía que “valía la pena pagar el precio, por desgracia, de algunas muertes por arma de fuego cada año para proteger nuestros otros derechos otorgados por Dios”.
Ahora mismo, mientras usted lee este texto, en Estados Unidos alguien se está muriendo por un disparo. Solo en las próximas 24 horas, más de un centenar de personas perderán la vida a causa de un arma de fuego.
Súmele que los MAGA quieren que las mujeres regresen a sus hogares para cuidar a la familia y que todo lo contrario a lo que ellos creen no debe existir; entonces Estados Unidos está en una olla de presión que le puede estallar “al futuro Nobel de la Paz” en las manos.
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