Lo que pasó en Nuevo León no fue un simple acto de “libertad ciudadana”, como lo quiso disimular Lorena de la Garza, coordinadora del PRI en el Congreso estatal. Fue un claro desmarque. Un gesto que, aunque disfrazado de responsabilidad democrática, deja al descubierto una de las tantas grietas que atraviesan al PRI: el choque entre la dirigencia nacional de Alejandro “Alito” Moreno y algunas de sus figuras locales que ya no están dispuestas a seguirle el juego.

Mientras Alito denunciaba la elección judicial como una “farsa” y llamaba al boicot, en Nuevo León, de la Garza, orgullosa priista, acudía a votar y pedía a la ciudadanía hacer lo mismo. ¿Rebeldía? La diputada dijo que “La democracia decidió”.

Porque sí, el PRI -ese que alguna vez fue el aparato político más temido de México- ya no sólo pierde elecciones, ahora también pierde cohesión. Y no es la primera vez que ocurre. A cada paso de Alito, aparece una voz disidente en algún estado: lo vimos en Coahuila, en el Edomex, en Oaxaca, y ahora en Nuevo León. Son líderes que, más allá de su pragmatismo o intereses locales, ya no confían en el liderazgo nacional de quien convirtió al PRI en un cascarón que sobrevive más por nostalgia que por estructura.
¿Se está rebelando Lorena de la Garza? Tal vez no de manera frontal, pero sí con un gesto político que equivale a un portazo suave. ¿Cuántos más harán lo mismo? ¿Quiénes empezarán a tomar distancia con su dirigente de cara a 2027? El PRI está roto, y no precisamente por lo que pasa en NL, sino porque ya son varios quienes han decidido guardar distancia de su liderazgo nacional… por prudencia o por disidencia.
Nuevo León no fue el único caso. Esteban Villegas (Durango) incluso llamó al voto por la elección paralela que se llevaba a cabo en el estado y Manolo Jiménez (Coahuila), ambos priistas, también votaron pese al llamado de su dirigente Alito Moreno. Del lado panista, Tere Jiménez (Aguascalientes), Mauricio Kuri (Querétaro) y Maru Campos (Chihuahua) hicieron lo mismo, de acuerdo o no con la elección. La oposición no sólo está fracturada, también está desconectada: ni entre ellos se ponen de acuerdo, mucho menos con la ciudadanía. 

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