En un entorno que cada día presenta mayor complejidad, México nuestra gran nación, podría comenzar a mitigar las presiones haciendo que la inflación converja hacia el objetivo (de Banxico). Sin embargo, presenta varios riesgos. La inflación de servicios ha permanecido en un umbral superior al 5% durante más de dos años (y) la política salarial podría obstaculizar la lucha contra la inflación, por lo que deberá ser clave que comiencen a ceder las presiones en los servicios. Estimamos que la inflación general pudiera ubicarse en 3.9% en tanto el componente subyacente, en 3.7%. Así pues, las probabilidades de una recesión han aumentado en los últimos meses. Se percibe que la actividad económica podría continuar creciendo a un ritmo bajo en sintonía con la economía mundial. El FMI estima que la economía de EU presentaría un crecimiento del 2.2% en 2025.
El tipo de cambio suele ser la válvula de escape frente a un panorama incierto y de mayor aversión al riesgo. El escenario está plagado de riesgos, más, cuando comiencen las mesas de negociación de la cláusula sunset de cara a la renegociación del T-MEC. Es posible que gran parte del año veamos volatilidad que refleje un escenario de riesgos en la relación bilateral entre México y EU. Sin embargo, mientras no se materialicen las amenazas en la imposición de aranceles, el tipo de cambio deberá regresar a los niveles de equilibrio, entre 20 y 20.50 pesos.
Nuevos gobiernos en México y en Estados Unidos y dos guerras, en Ucrania y en Oriente Medio forman parte de los factores que afectarán al nuevo año y representan un alto grado de incertidumbre para la economía y las finanzas globales, pues cada decisión que tomen los involucrados tendrá repercusiones. Esto se vería reflejado en la economía nacional en una ligera desaceleración en la producción manufacturera y en las exportaciones. Es probable que la inversión comience a crecer a un ritmo moderado ante la contención del gasto público para lograr la consolidación fiscal del déficit en torno al 4.0% del PIB. El consumo podría mantenerse resiliente, ya que las transferencias sociales seguirían creciendo tras la implementación de nuevos programas. Esto sería congruente con un crecimiento del PIB entre el 1 y el 1.5% para 2025.
Otro punto clave es el impacto de la incertidumbre política y económica, así como la falta de reformas estructurales. La ausencia de medidas que impulsen la competitividad y diversifiquen la economía sigue limitando el potencial de crecimiento. Estas condiciones podrían mantener la expansión del PIB por debajo del promedio de los países de América Latina. Finalmente, la falta de confianza empresarial también será un obstáculo importante. Según los analistas, mejorar las condiciones de seguridad y estabilidad podría incentivar una mayor participación de la inversión extranjera y local, aunque el progreso dependerá de decisiones políticas oportunas.
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