Muchos quienes fuimos niños a finales de los años setenta recordamos con nostalgia a “Odisea Burbujas”, el programa de radio y televisión en el que el Profesor A.G. Memelovsky, el científico, junto a sus amigos y creaciones, viajan por el espacio y el tiempo para salvar al mundo de Ecoloco, el villano contaminador. Traigo ese programa a colación, porque creo que por allí por los escenarios de esas aventuras se quedó perdida la mente de la presidenta de la República.
Inevitable fue, entonces, discurrir hacia la realidad de la jefa de estado. ¿En dónde dice que vive? ¿Quién es su Patas Verdes, su Mafafa Musguito, su don Pistachón o su Mimoso? ¿Será que, tan pronto, se está quedando sola?¿Le fallaron sus comunicaciones con el planeta Tierra?
Parece que la señora Sheinbaum vive en otra galaxia, en una en la que Culiacán todavía tendrá una feria, la delincuencia está controlada y ningún narco se pasea por México. Aún más: en el país que ella gobierna, poco falta para que un gobierno sea completamente innecesario, de lo bien que marchan las cosas. Vino a Zacatecas y sólo demostró su habilidad para imitar a su Lord Amlo en su forma de hablar y de mentir. ¡Ay, Claudia, pobre Claudia!
Pobre Claudia, porque ella creyó que López Obrador había dejado el poder en sus manos, y que, efectivamente, se había ido al retiro. Creyó que ella era Morena, así como cree que ella es el pueblo de México. Va a ser terrible cuando aterrice, si es que algún día lo hace, y se dé cuenta de la realidad. Los recientes movimientos en el Senado, los nombramientos y las decisiones que se están tomando no hacen más que reforzar su invisibilidad, como persona, como política y como mandataria.
A Claudia Sheinbaum le urge un equipo decente de gobierno, pero eso no lo conseguirá en las filas de Morena. Su gabinete está lleno de mentecatos y rufianes, para quienes es útil y conveniente que la presidenta se mantenga en el espacio. ¿Será que le están dando algún tipo de ansiolítico demasiado psicodélico como para que sea legal? Pues con eso de que cada vez la escuchamos hablar más despacio y hablar de un país inexistente, no extrañaría nada.
Pobre Claudia, porque creyó que el machismo había sido, finalmente, desplazado de la sociedad y cultura mexicanas, pero no se dio cuenta de que Morena no necesitaba poner un nuevo presidente, sino un títere al que mover a su antojo. Cuando sospechó que algo pasaba, ya era tarde: muchas cosas ya habían sido habladas, a sus espaldas, y acordadas con el dinero del pueblo. Este sexenio se perfila más corrupto que el anterior, y por la misma causa.
Luego, para no quedar como la jefa que no manda a nadie, Claudia optó por hacerse la loca, subirse a su nave y viajar al espacio de las maravillas. No, no al mismo país que Alicia, porque ese tenía un poco de pesadillas, sino a la galaxia de Odisea Burbujas, en la que los problemas se arreglan, si es que se descubren, con mucha suerte y buen humor. Le urge a la presidenta demostrar que es lo lista que presume, lo fuerte que se asume y lo capaz que se supone ser. A menos, claro, que no se le de la gana hacerlo, porque es más fácil pasear entre galaxias que hacerle frente a los problemas de nuestra convulsionada nación.
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