La Encuesta Nacional sobre Salud Financiera (ENSAFI) del año pasado arrojó algunos datos importantes respecto a los ingresos que, en promedio, los mexicanos necesitamos para vivir. El promedio nacional resultó ser de 16,421 pesos. Las mujeres, al disgregar por género, indicaron que necesitarían alrededor de 15 mil pesos.
La “buena” de la presidenta Sheinbaum, ha logradoingresar a un nuevo grupo de edad al programa de las Pensiones del bienestar. Se trata de las mujeres con 63 y 64 años quienes, a partir de enero del 2025, serán beneficiadas con ese ingreso. Luego, en el 2026, se integrarán las de 61 y 62 años. Todo muy bien y muy de acuerdo, si no fuera porque la dotación que recibirán es menos que la décima parte de lo que cubriría los gastos de un mexicano promedio. Serán tres mil pesos, cada dos meses, o mil quinientos por mes. ¿Qué puede hacer una mujer con ese ingreso? Seguramente mucho, porque si hay unas que son hábiles para exprimir todo lo que pueden de sus recursos esas son las mujeres mexicanas. Sin embargo, se trata de una casi limosna.
Este gobierno, como el de su antecesor, han usado el asistencialismo como su salvoconducto para mantener “contento” al pueblo mexicano, con el conocimiento de que más de la tercera parte de él vive en pobreza. Se aprovechan de la necesidad, y acostumbran a la gente a vivir con lo mínimo y sólo estirando la mano. Así se garantizan la lealtad del pueblo hacia el gobierno que “les ayuda”, un pueblo que no se percata de que los programas como éste los están volviendo adictos a no hacer nada, a recibir migajas y a no alcanzar una situación más digna. Porque este tipo de programas no hace más que quitarle la dignidad a muchos de los que se benefician con ellos. Decimos a muchos, no a todos porque, seguramente, habrá personas que, definitivamente, no tengan otra opción más que la asistencia gubernamental.
¿Acaso las mujeres mayores de 60 años no pueden emprender? Conozco a muchas que, con casi 70 años, se desempeñan de manera excelente como funcionarias, como académicas o en el comercio. Si más mujeresrecibieran las oportunidades para desarrollar emprendimientos, organizarse en cooperativas de producción y ahorro, para obtener empleo digno acorde a su edad y condiciones, no sólo obtendrían mayores ingresos sino, además, sería a cambio de lo mucho que aún tienen para dar.
El asistencialismo nunca será el camino hacia la igualdad o la justicia social. Es por ello que, con frecuencia, los pueblos indígenas – quienes ostentan una cuota mayor de dignidad que muchos de nosotros, los mestizos – se oponen a recibirlos o, voluntariamente, se hacen a un lado. En lugar de promover el desarrollo, se convierte en una ruta directa hacia la falta de libertad, hacia la dependencia del estado y hacia niveles más atroces de empobrecimiento.
Como mujer y como “feminista”, Claudia Sheinbaum tendría que actuar con más coherencia e inteligencia. Urge empoderar a las mujeres mexicanas para que construyan su propio destino y sean parte de su desarrollo, y darles tres mil pesitos, a cada dos meses, sólo hará lo contrario.
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