Por decreto del Ejecutivo Federal se creó la Comisión Presidencial para la Reforma Electoral, que tiene por objetivos convocar al pueblo de México a expresarse sobre este tema, realizar estudios, llevar a cabo análisis para presentar iniciativas, constituir grupos de trabajo para cumplir sus funciones. Lo que suena atractivo es que aparentemente hay una apertura ante la multitud de críticas que se dieron tras el anuncio de que se enviaría un proyecto al Congreso, sin mayor consulta, ni incorporando una visión plural, pero en realidad la Comisión solo está integrada por morenistas, no incluye ni siquiera al INE, y su presidente Pablo Gómez, fue quien elaboró el Plan A durante la gestión de AMLO, que era altamente restrictivo de la pluralidad.
Si bien ya se presentaron propuestas alternativas, como la del Instituto de Estudios para la Transición Democrática que plantea conformar un Congreso sin sobrerrepresentación, ni subrepresentación, y con 250 diputados plurinominales y otros 250 uninominales, para que el voto ciudadano refleje fielmente su peso en el Legislativo, y el Senado se constituya con primeras mayorías por entidad para respetar el Pacto Federal, este proyecto, sin discutirse, ya fue rechazado por la Presidente Sheinbaum en su mañanera. Afirmó que no habrá más plurinominales. Es decir, ya es decisión tomada.Ayer, Pablo Gómez declaró al diario español El País que el gobierno quiere una reforma y dijo: “Tenemos la fuerza política y la vamos a ejercer. No va a ser un producto de conciliación de camarillas”. Aseguró que se escucharán las voces, pero la última palabra la tendrá la ciudadanía, mediante una encuesta pública y el partido gobernante. Ya sabemos que la encuesta seguramente se contratará con una empresa seleccionada por ellos, se diseñará y aplicará a partir de la visión morenista de lo que ellos de hecho, ya han decidido que será ésta Reforma y de financiamiento a los partidos. De hecho la Presidente Sheinbaum ya comentó que se aplicará la encuesta e incluso ya adelantó los resultados al asegurar que al pueblo de México “no le gusta que los partidos políticos tengan tantos recursos. No hace falta. No le gusta que haya tantos recursos que se destinen a las elecciones. Tampoco hace falta para que haya elecciones democráticas. A la gente tampoco le gusta que haya tanto plurinominal de lista”. O sea ya sabemos a qué conclusiones llegará la encuesta.
Lo grave de esta propuesta oculta, es que busca aniquilar a los partidos opositores reduciendo drásticamente los recursos públicos y reduciendo al mínimo la representación proporcional, a fin de asegurar su mayoría en el Congreso. Es una estrategia para permanecer en el poder con aparentes elecciones democráticas, no equitativas, ni imparciales, para mantener la fachada de que el nuevo autoritarismo se valida en las urnas. El cerrar espacios a la pluralidad, que no es una camarilla, sino manifestación de la riqueza de las expresiones sociales y regionales de un gran país, es negar la esencia de la democracia. Si bien las mayorías gobiernan, como ya lo han expresado los morenistas, las minorías también existen y sus intereses deben ser atendidos por un gobierno incluyente y democrático. Esa es la base de un Estado de Derecho. Es la fuente de los derechos humanos, todas las personas, todos los derechos. Sin embargo; la Reforma solo se va a acordar con sus aliados PT y PVEM, para mantener la mayoría que requieren en el Congreso.
La verdadera camarilla es la que se encierra en sí misma para definir los destinos de una sociedad plural, sin tomar en cuenta las causas de sus diversas expresiones. Esta reforma que cierra el ciclo de la destrucción de la certeza jurídica, que legaliza la censura y limita la libertad de expresión, apunta a redefinir el sistema político-electoral hacia un gobierno de un solo partido, un solo pensamiento, un solo mando centralizado, para perpetuarse en el poder. Por eso la Comisión es una farsa para distraer a la opinión pública.Todas las reformas electorales desde 1997 hasta 2013 fueron resultado de acuerdos políticos entre los diversos actores y partidos. Se construyó una democracia cada vez más plural y crítica, gracias a dichos acuerdos. Así se logró la alternancia política que ha mantenido la paz en el país y logrado márgenes de gobernabilidad. La que se anuncia no tiene esa característica, ni esa voluntad política de avanzar, ni buscará el consenso, pues se aplicará la fuerza política de Morena en el Congreso de la Unión. Para legitimar una reforma regresiva se creó esta Comisión y se realizará una encuesta que busque darle un sostén. Pero no podrán engañar a un país y a una comunidad internacional que ya se ha pronunciado en contra, por ejemplo, de la persecución política a opositores, periodistas y políticos. La crónica de la caza de Alito Moreno será una de las primeras en generar críticas, descalificaciones y oposiciones. Lo mismo sucederá con Carlos Loret y Latinus, y con muchos otros acosados, como Brozo, Chumel Torres, Ricardo Anaya, Lilly Téllez, Rubén Moreira, Jorge Romero y más. Y podemos añadir al clero mexicano, entre otros actores atacados.El problema es que esta nueva forma de gobierno va generando sus propias resistencias. No solo al interior de Morena que cuestiona a Adán Augusto López, a Andy San, y a gobernadores. El germen de la destrucción de este autoritarismo es que cancela toda posibilidad de hacer política, que no da resultados como gobierno en materia de seguridad, salud, educación, ciencia y tecnología, lo que desgasta su legitimidad y complica la gobernanza al excluir a “los otros”. Y cuando no hay espacio para la política, para poder plantear y resolver diferencias, lo que queda es la confrontación, y después, la violencia.
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