LA PESADILLA DE LOS HERMANOS GONZÁLEZ, DETENIDOS EN ALLIGATOR ALCATRAZ POR UNA MULTA DE TRÁNSITO
Una infracción de tránsito se ha convertido en una pesadilla para los mexicanos Carlos Martín González, de 26 años, y su hermano Óscar Alejandro, de 30, apresados en Estados Unidos el 7 de julio. Carlos conducía por la turística ciudad de Orlando, en Florida, cuando fue detenido por la policía, que también capturó a su hermano cuando acudió a ayudarlo. Carlos contaba con una visa de turista para estar legal en Estados Unidos, mientras que su hermano está casado con una ciudadana estadounidense. Ambos fueron trasladados hasta el temido centro de detención temporal para inmigrantes en los Everglades, los humedales localizados al oeste de Miami, que el fiscal general de Florida, James Uthmeier, ha bautizado como Alligator Alcatraz. Hasta ahora no han podido ver a su abogada. “Se están violando todos sus derechos civiles”, afirma su padre, Martín González.
Él viajó el 10 de julio desde Ciudad de México a Orlando para ver a sus hijos. Desde entonces no ha podido tener contacto directo con ellos, aunque la familia ha podido hablar por teléfono. “Ni la abogada ni el personal del consulado, nadie los ha podido ver. Tengo comunicación con ellos porque me llaman y me dicen que están bien, pero no más. Esto es ilegal y se están violando todos sus derechos civiles aquí en Estados Unidos, pero ni la abogada ni las autoridades han podido hacer algo. Quisiéramos que nos dieran alguna respuesta a esta situación para poder agilizar su regreso a casa, pero no hay respuestas por parte del Gobierno de Estados Unidos, ni del de la Florida”, explica el padre por entrevista telefónica.
González cuenta que su hijo Carlos entró como turista a Estados Unidos para visitar a su hermano, tras la muerte de su madre, en octubre. El joven visitó Nueva York y también estuvo en la Fórmula 1, en Miami, antes de ser detenido. A Óscar Alejandro se le había vencido su permiso de permanencia en el país, aunque está casado con una ciudadana estadounidense. González cuenta que en el momento de la detención los oficiales de tránsito les requisaron sus documentos y teléfonos móviles. “Están encerrados y no permiten entrar a nadie”, afirma el padre.

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