Por: Lic. Dante R. Godoy Álvarez
La operatividad política es una de las armas más eficaces con que cuentan los partidos y los gobiernos para encontrar consensos que deriven en acuerdos que permitan echar a andar programas y acciones, abrir puertas y cerrar alianzas y promover iniciativas en las legislaturas. Para una operatividad eficaz se requiere de operadores experimentados que tengan un control panóptico de la escena. No basta con “haber sido” o con portar apellidos históricos famosos; lo que cuenta es el pragmtismo de los que hacen lo necesario para que las cosas sucedan.
La polémica de la semana es el supuesto fracaso de los operadores políticos del presidente de la República para encontrar consensos que condujeran a convocar a un periodo extraordinario de sesiones y así analizar la Ley Federal de Revocación de Mandato, la Ley de Juicio Político y Declaración de Procedencia, y la Ley Orgánica de la Armada de México. No se trata de ver la viabilidad de estos proyectos, sino por qué no resultaron las cuentas, los votos necesarios para abrir el espacio que AMLO necesita para cumplir con sus objetivos.
Se supone que el presidente mandó la maquinaria pesada de que dispone para destrabar cualquier oposición que encontrara para llevar a cabo la sesión, echando mano de quienes consideró con el nombre y la representatividad pertinente, pero fuimos testigos que no fue suficiente. La necedad del mandatario nacional en crear figuras que no cuentan con el olfato, la preparación y el feeling para tratar con personajes opositores formados en la línea dura de las negociaciones, acostumbrados a la disciplina, pero también al ejercicio de su individualidad, construye climas de temor, más que de confianza, de odio, más que de amor.
Desechar operadores bajo prejuicios caprichosos, en actitudes propias de reyezuelos cuyo carácter oscilante va del aplauso al enojo, coloca a cualquier colaborador en los terrenos de la infelicidad y de la ineficacia. En el camino de la transformación está prohibido equivocarse, sobre todo para quienes están perdiendo la bendición, excepto para quienes provienen de prosapia y alcurnia política. Un buen operador convence a sus opositores de que no se trata de ratificación de mandato, sino de revocación; y los convence, no porque se desconozca el concepto o los términos, sino porque sabe operar políticamente.
La Comisión Permanente está compuesta por 37 legisladores de los cuales 19 son diputados y diputadas y 18 senadores y senadoras, designados durante la última sesión de cada periodo ordinario. Un operador experimentado, conoce a la perfección a cada uno de los integrantes de la Comisión, porque sabe “leer” los tiempos y las formas y siempre está viendo la manera de acercarse a estos legisladores y legisladoras. Sin embargo, es un hecho que habrá periodo extraordinario de sesiones, porque nadie resiste, y menos en el año de Hidalgo legislativo, aquellos famosos cañonazos.
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