“CONTRACORRIENTE“
Sofía Raygoza Ceballos no solo era una madre buscadora. Era una madre que, después de la peor de las tragedias, logró lo que pocas consiguen: encontrar con vida a su hija, Frida Sofía Murillo Raygoza, quien desapareció en febrero de 2023. Pero su lucha no terminó ahí. Sofía no dejó de señalar la indolencia de las autoridades, ni de exigir justicia por quienes aún no han regresado a casa.
Confrontó directamente al alcalde de Jerez, Humberto Salazar, denunciando la falta de acción de su gobierno en la crisis de desaparecidos. No era una mujer que se callara ni que se rindiera. Y hoy está muerta.
El crimen de Sofía no es una ejecución más en Zacatecas; es un mensaje de terror para todas aquellas madres que siguen buscando. Es la confirmación de que en este estado, la justicia no solo es inexistente, sino que además es peligrosa. Si buscar a un hijo ya era un acto de desesperación, ahora también se ha convertido en una sentencia de muerte.
Mientras el gobierno estatal se pierde en discursos vacíos sobre la reducción de delitos y la supuesta pacificación, la realidad es otra. La violencia sigue golpeando a las mujeres que buscan a los suyos. La inseguridad no solo es un tema de cifras, sino de historias como la de Sofía, que desnudan el fracaso de la estrategia de seguridad.
Y en este mismo contexto, la política zacatecana alcanza su nivel más bajo. Mientras una madre buscadora es asesinada, el Secretario de Gobierno, Rodrigo Reyes, se enfrasca en una disputa ridícula con el alcalde Miguel Varela y su equipo por un colchón abandonado en un mirador. Un pleito exhibido en medios impresos y redes sociales que demuestra la mediocridad en la que está sumida la política interna del estado.
El gobierno estatal debería preocuparse menos por las apariencias y más por lo esencial. Zacatecas necesita una estrategia real, empatía y liderazgo. Porque mientras las autoridades se pelean por nimiedades, las madres siguen desapareciendo. Y con ellas, desaparece también la esperanza.
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