TINTERO:OPINIÓN “Esto es lo Que Pienso”

TINTERO:OPINIÓN“Esto es lo Que Pienso”Juan Carlos PérezTwitter: @jancarlo18

“Culichi” que se respeta quiere la paz completa
Quienes vimos Ozark, la famosa serie que trataba sobre el lavado de dinero, los cárteles y esas cosas, nos sentíamos movidos por las escenas de horror que ocupaban momentos trascendentales de la historia, sobre todo cerca del final.  Si la viéramos ahora, sin embargo, no nos afectaría tanto.  Durante el sexenio de López Obrador, en vez de pedir a Dios por el pan nuestro de cada día, le pedimos que nos libre de la “sangre nuestra”, porque cada día vemos tragedias provocadas por el crimen organizado y sus desencuentros, sin que el estado cumpla con su misión constitucional de garantizar la seguridad de los mexicanos.
Que López Obrador se haya “despedido” del pueblo de México en Sinaloa, acompañado por un fuerte aparato de seguridad, es un insulto.  Luego de negar el nefasto saldo de muertes violentas que deja su tiempo al mando, que coloca a nuestro país como uno de los más peligrosos del mundo, y tras menospreciar la magnitud de la guerra entre cárteles que tiene sumido a Culiacán en el fuego y la sangre, es un insulto que se hayan atrevido tanto él, como la nueva presidenta y el resto de sus seguidores, a visitar el estado.  Porque lo de Culiacán es algo espantoso, de verdad.
Ayer, el pueblo “culichi” se lanzó a la calle, harto de tanta violencia del narco y de tanta inacción del gobierno.   Su consigna es básica, simple, y no tendría por qué existir: Culiacán quiere la paz completa.  Culiacán quiere paz.  Culiacán necesita paz.  Y tiene toda la razón: imagine usted que sale con sus hijos pequeños, por la mañana, para llevarlos a la escuela y, por su ruta, frente a sus ojos y sin manera de evitarlo, se encuentran con una camioneta llena de cadáveres y sangre.  ¿Qué está pasando con esa sociedad? ¿A qué peligros se enfrenta?
Si es cierto que, como dicen, sólo se muere el que anda metido en algo turbio, los ciudadanos de a pie no corren peligro, excepto por las desdichadas balas perdidas o los “errores”.  Pero la vida de la sociedad de Culiacán pende de un hilo, porque la sobreexposición de las jóvenes mentes a los escenarios violentos, y la normalización de tanta tragedia, los convierte en personas insensibles, inmunes, habituadas a que ese tipo de horror es así, parte de ellos.  No, señores, eso no puede ser normal.
El sexenio de López Obrador lo único que nos permitió fue comprobar que el “abrazos, no balazos” es un sueño iluso, o la peor broma que nos intentó hacer.  Esa medida sólo pareció, y hoy lo constatamos, una cortina para esconder su confabulación con el mero mero poder político y económico de nuestro país: el crimen organizado.
Culiacán está en guerra. En veinte días, se ha asesinado a 97 personas, cuando menos.  López Obrador se ha atrevido a minimizar la cantidad de muertos, mientras dice que le duele.  En Culiacán, según él, nada pasa que sea tan grave; pero él viajó blindado por todos los flancos.  Mientras tanto, los del Mayo y los del Chapito se agarran a balazos, AMLO se lava las manos y el pueblo, como ha pasado en Zacatecas, como ha pasado en Monterrey, en Ciudad Juárez, en las carreteras, en los pueblos, en los montes y en las playas, paga por la incapacidad presidencial y la complicidad de quien le vio la cara.
Y a la vuelta de la esquina viene Claudia Sheinbaum.  ¿Irán a mejorar las cosas o tendremos más de este horror?

¡Esto es lo que pienso !

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