“UNA CAÍDA DE OJOS”
Y que le pone el 25% de impuestos a nuestros productos, dijo Trump, y que la presidenta se puso bravucona. Su bravuconería, sin embargo, sólo duró “lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks”. Después de pelear y manifestar su enojo durante sus mañaneras y a través de otros mensajes, ayer nos contó que habló con el míster y que, durante un mes, los productos mexicanos podrán ser exportados sin pena.
Cualquiera podría pensar que Claudia Sheinbaum le hizo una caída de ojos a DT, o tal vez no. Tal vez no le aguantó la mirada, ni el discurso, y eso la hizo bajarse de su enojo para sostener una “buena conversación” con su vecino.
La verdad, imaginarnos esa conversación es muy fácil. Luego de un autoritario – muy de él – regaño por parte de Trump, y de un “I am so very sorry, mr president” por parte de Sheinbaum, el presidente le puso a la presidenta los puntos sobre las íes. A ella no le quedó más que aceptar. A cambio, y para que pareciera como que salimos ganando, congeló los impuestos durante un mes.
Es patético lo que está comenzando a ocurrir en el continente a partir de las movidas de Donald Trump. Casi todos los jefes de estado están transformando sus discursos iniciales en pura tibieza, al tiempo que intentan comprar los favores del señor de la piel anaranjada con sus mejores ofertas. Allí tenemos, por ejemplo, a Bukele quien ofreció, nada más y nada menos, espacio en sus famosas cárceles para resguardar a delincuentes migrantes y otros presidiarios recluidos en el sistema carcelario estadounidense. A ver si así logra que Trump le apache el ojo.
Lo cierto es que no parece haber nación hispana capaz de imaginarse sin el paraguas del gigante del norte. Por ahí anda ya el presidente de Panamá haciendo airosos discursos acerca de su soberanía y su autocontrol, como también anduvo un Gustavo Petro que, pocas horas después, tuvo que doblegar sus ímpetus. Trump ha conseguido domar, como buen vaquero de Yellowstone, a los potros que aparentaban ser los más salvajes.
Y en los territorios de los Estados Unidos, una débil convocatoria invitaba a los latinoamericanos a frenar la economía durante un día, sin imaginarse que, por ejemplo, en Utah suspenderían, por dos semanas, a aquellos valientes y osados rebeldes que se cruzaran de brazos ayer. La población hispana que se duele por las medidas del nuevo gobierno no es la más acaudalada ni mucho menos: es gente de trabajo, que vive al día y que, definitivamente, no puede darse el lujo de perder.
Pero, volviendo a la caída de ojos de la presidenta y sus sonoras mañaneras, ella no perderá nada. Tras la regañiza, miles de soldados guardarán la frontera, el fentanilo seguirá produciéndose ante la inacción de sus alfiles, los impuestos a nuestros productos no desaparecerán y los mexicanos, que con sudor y lágrimas mantienen la economía nacional girando, serán quienes paguen el pato.
¡Esto es lo que pienso !
Deja una respuesta