NO HAY PALABRAS, SÓLO DOLOR
Este dolor duele hasta el cansancio. Es el dolor de un país que llora la sangre de sus desaparecidos, que abraza a las madres que sufren, que reclama, indignado, por una justicia que nunca llegará.
Y nunca llegará, insistimos, porque la justicia es una desaparecida más, junto con toda la evidencia descubierta en el Rancho Izaguirre en donde, ahora, parece que nunca pasó nada. Es un asco lo que el gobierno, tanto el del estado como el federal, está intentando hacer con esta tragedia, señores. Un asco, en verdad. Incluso, contrataron influencers famosos para que visitaran las infames instalaciones y mostraran, en sus redes sociales que, allí, no hay nada que ver o lamentar.
Esa movida despreciable es el peor insulto a la lucha valiente de un grupo de familias que, sin tregua y sin descanso, encontró la manera de dar, siquiera, con el par de zapatos de un hijo, el cuaderno de un hermano, la chamarra o los lentes de un ser querido. Todo lo que podría ayudarles a vivir su duelo, con la certeza del destino de los suyos, fue borrado del mapa. Se lució el gobierno con el trabajo logístico que llevaron a cabo para mover tierra, ocultar evidencia y que allí todo en orden: ¡de la noche a la mañana! Ahora, sin pruebas, no hay delito que perseguir, rufianes que capturar y juzgar, ni peso político para los gobernantes. Con razón la presidenta no decía casi ni pío al tocarse el tema, y evadía hablar del asunto. Según ella, sus asesores, o todos ellos, esa porquería que hicieron con los hallazgos del centro de exterminio les librará del escándalo y su costo político.
Un asco. Insistimos. Vomitivo. Digno de incluirse en los libros de historia como uno de los peores ultrajes que se ha hecho, en los últimos tiempos, a la población.
¿Usted no se indigna? Piénselo bien. Imagine que un hijo suyo, Dios no lo quiera, es atraído con la idea del dinero fácil y la vida fabulosa que sólo se ve en tiktok, hacia grupos delincuenciales. Un día, sale con los amigos y ya no regresa. Imagine su angustia, los avisos en sus grupos de familiares y conocidos, los volantes en las calles y la súplica. Imagine que pasan dos, tres noches sin saber de él. Y que luego son semanas, después, meses. Nada, ninguna noticia, ningún indicio, más que los dimes y diretes. Pero usted no se cansa de buscar ni de esperar, así que se integra a una de esos grupos de aquellos quienes, como usted, no cesarán en su lucha por encontrar a los suyos.
Ahora imagine que las autoridades se burlan de usted y se niegan a buscarlo. O, peor aún, le hacen creer que están en la jugada, cuando es posible que hasta formen parte de aquello que ha ocurrido a su familia. Recuerde que muchos integrantes de nuestras fuerzas de seguridad tienen un doble sueldo: el que viene de nuestros impuestos y el que reciben de los delincuentes.
Finalmente, imagine que su hijo se fue a uno de esos ranchos de adiestramiento y eliminación y piense que, una vez allí, recapacitó y se echó atrás o que, simplemente, no contaba con la maldad suficiente para que su entrenamiento avanzara. Lo torturan, lo matan y lo queman en un horno. Sus compañeros de lucha se enteran de la existencia del campo, lo encuentran y descubren aquel horror; tras documentar los hallazgos, dentro de los que se encuentran las pertenencias de su vástago, ustedes han encontrado algo con lo que vivir su duelo y a partir de qué buscar que el estado persiga a los criminales.
Y una mañana, cuando usted se levanta, la desagradable voz de un influencer le estrella un golpe en plena cara: no hay un solo vestigio de todo aquello que usted y sus compañeros de búsqueda descubrieron. No queda un hueso. Quisieron borrar la historia. Al mejor estilo de las peores dictaduras, aquí el poder decide hasta dónde puede llegar todo. Y el poder no está en el gobierno, lo sabemos todos.
Pues eso. ¿Sigue sin indignarle?
A muchos de nosotros, sí que lo hace Y el dolor nos carcome. Ya no nos queda ni justicia que esperar: todo ha sido erradicado, así como la vida, ilusiones y sueños de los cientos de jóvenes de Rancho Izaguirre.
¡Esto es lo que pienso !
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