“EL FINAL DE LA GLORIA”
Esta semana nos ha sorprendido con dos noticias que a más de uno han llenado de melancolía. Se avecina el final de la gloria: la mejor época del deporte mundial amenaza con llegar al ocaso. Dos grandes entre los grandes, españoles ambos pero enormes ciudadanos del mundo, se retiran de la acción.
El primero en hacer el triste anuncio fue Andrés Iniesta. Fuéramos o no seguidores del FC Barcelona, no podíamos menos que retirarnos el sombrero ante la figura del extraordinario mediocampista, un verdadero caballero dentro de la cancha de fútbol. Anotó 93 goles, entre los que se cuenta el que le dio la Copa del Mundo al combinado español. Una leyenda absoluta, sin duda.
Ayer, fue Rafa Nadal. Ganador de todo lo que se puede ganar en el tennis, desde Grand Slams hasta los Juegos Olímpicos, permaneció durante más de 900 semanas como uno de los diez mejores del mundo. Junto a Roger Federer y Nolan Djokovic, conformó un legendario conjunto de deportistas y verlo jugar no era, ni más ni menos, que un verdadero deleite. Sus 92 títulos individuales no mienten. Merece su lugar en el Olimpo.
Ambos comenzaron sus carreras cuando eran aún muy pequeños. A los doce años, Iniesta tuvo que mudarse a Barcelona para unirse al club blaugrana, y Rafa se enfrentó a la decisión entre si dedicarse al fútbol o al tennis. El resto es historia. Ahora que ambos anuncian su retiro, aunque por razones distintas, Andrés ha cumplido los 40 años y Rafa, los 38. Una corta carrera, que les permitirá disfrutar lo mejor de sus vidas con solvencia y comodidad, pero sin la adrenalina del público y de las competencias.
El fin de una era gloriosa está llamando a la puerta.
Los seres humanos, sobre todo los latinoamericanos, apasionados y aferrados a nuestras figuras, nos resistimos a las novedades cuando hay grandes tan grandes. Y, de seguro, quienes gozamos viendo jugar a estos monstruos diremos, en pocos años, que todo tiempo pasado fue mejor, mientras recordamos con nostalgia a este par, entre otros.
Ahora bien, ¿podemos decir que, en verdad, se nos acaban los ídolos? Veamos, por ejemplo, la fórmula uno. Quienes hemos disfrutado del rugir de los motores, creímos que nunca habría otro como nuestros corredores favoritos: Senna, desde el cielo, nos envió más figuras a las cuales seguir. Gritamos apellidos como Hamilton, Schumacher, Verstappen, Pérez… Y ahora que no vemos a Checo levantar el pico, nos aparece ese jovencito, el argentino, Colapinto, con su simpatía y su frescura y su talento. Ya no está Iniesta y hemos despedido a otros grandes que, hoy sólo aparecen en fotos sociales; pero ahí está Lamine, Nico, Ansu, que nos traen la chispa de la pelota entrando bajo el arco y estrellándose en la red. Los Juegos Olímpicos de Paris llegaron con su descarga de récords rotos, y nuevas figuras se alzan en cada deporte; algunas, incluso, provenientes de donde menos nos imaginamos.
Pero nosotros queremos vivir con las glorias pasadas en la mente, porque supieron más sabroso, porque nos recuerdan momentos de nuestras propias vidas, en los que todo era mejor – o así lo creemos -. El deporte no se escapa de nuestra realidad, se vincula con ella y contribuye a construirla.
Por hoy, despidamos a estos grandes. Ya mañana volveremos al presente.
¡Esto es lo que pienso !
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