«IFIGENIA Y SU LEGADO»
Ifigenia Martínez cerró los ojos y no volverá a abrirlos más. Deja una senda abierta, amplia y segura para las mujeres mexicanas – y para las mujeres del mundo -, tanto dentro de la vida académica como dentro de la economía pero, sobre todo, dentro de la política. Referente de la izquierda, sus casi cien años no podrán, nunca, quedar en el olvido porque, de alguna manera, su paso por la política fue lo que permitió que, por primera vez en la historia, dos mujeres compitieran por la presidencia de la República, y que hoy México salude al mundo con voz de mujer.
Reconocer el rol de Ifigenia Martínez en la historia de México no tiene que ver con ideologías. Es hablar de una mujer que se abrió paso en campos tradicionalmente masculinos, con la certeza de quien sabe lo que hace, que defendió sus principios y aquello en lo que creía y que, hasta el final de sus días, se dedicó a su misión.
Su recorrido de vida no obedeció a la rebeldía, ni al feminismo, sino a la convicción de alcanzar sus metas personales sin importar nada. Fuerte, valiente como ella sola, única mujer en muchos retratos en los que, hasta entonces, sólo había lugar para hombres, se convirtió en la primera mujer mexicana en recibir una maestría en Economía por la universidad de Harvard. Sus publicaciones en ese territorio son determinantes para comprender el funcionamiento de la golpeada economía de nuestra nación, aunque, claramente, desde la perspectiva de la izquierda latinoamericana.
Como política, no tenía aún sesenta años cuando se constituyó como una de las primeras mexicanas en alcanzar puestos de alta responsabilidad; formaba, entonces, parte del PRI, desempeñándose, incluso, como embajadora de México ante la Organización de las Naciones Unidas. Sin embargo, su camino sería otro:firme y convencida representante de la izquierda, abandonó el priísmo y, en 1989, fundó el PRD junto a Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo. A pesar de seguir encontrando siempre un lugar de importancia para proyectarse a nivel político, el proyecto perredista no le ofreció lo que ella buscaba al no lograr las alianzas para fortalecer la oposición de izquierdas.
Así que su camino la llevó, de nuevo, por un nuevo mapa: el de Morena. Y no entraremos en este texto en conflictos por lo que Morena ha sido y seguirá siendo, porque no es ese el propósito. Esta columna tiene como objetivo rendir homenaje justo a la mujer, la política y la académica que fue Ifigenia Martínez, a su legado y a todas las puertas que abrió para las mujeres de México, lo que es a todas luces indudable.
Senadora, Diputada, funcionaria de Estado, embajadora ante la ONU, consejera de Unicef, personalidad de la UNAM, y una de las mejores economistas de la nación, recibió en vida importantes distinciones y condecoraciones. Su nombre no es desconocido, ni aquí ni en el resto del mundo.
La vimos, con vitalidad y energía sorprendente, casi centenaria imponiendo la banda presidencial a Claudia Sheinbaum, recién la semana pasada. Pero así le gustaban a ella las cosas, con adrenalina y al filo de los acontecimientos. Tras ver a la primera mujer mexicana en la silla del águila, falleció el sábado pasado.
Las mujeres de todas las edades, en México y América Latina, tienen en ella un referente de que se puede hacer política, de que la economía es un campo importante de estudiar y de que ninguna puerta permanece cerrada para quien tiene la fortaleza y la convicción para afianzarse en la decisión de que es por ella por donde desea pasar. E igual que ella, todas podrán.
Descanse en paz Ifigenia Martínez.
¡Esto es lo que pienso!
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