LA SUSTANCIA (THE SUBSTANCE)
La directora de Revenge recorre el camino trazado y recorrido por David Cronenberg y Julia Ducournau, para entregarnos una cinta de Body Horror feminista acerca de una actriz y su réquiem por un sueño.
Con The Substance, Fargeat lleva su visión un paso más allá, adentrándose en una historia que no solo explora los terrores físicos del cuerpo, sino también las ansiedades culturales y sociales en torno a la juventud, la belleza y la relevancia en una sociedad obsesionada con las apariencias.
Demi Moore, quien encarna a la actriz en decadencia Elisabeth Sparkle, se convierte en el eje de esta perturbadora narrativa. Moore es una actriz que a lo largo de su carrera ha enfrentado tanto el escrutinio público como el desafío de papeles que cuestionan las normas establecidas, desde G.I. Jane (la cinta que ocasionó que Will Smith cacheteara a Chris Rock), hasta Striptease, donde la crítica y el público se enfocaron en su cuerpo sin tener en cuenta casi nada más. Aquí, en uno de los mejores papeles de su filmografía, Moore casi que llega a interpretar una versión exagerada de sí misma: una ex estrella de Hollywood que ha visto cómo su carrera y juventud se desvanecen lenta e irremediablemente.
La desesperación de su personaje la lleva a someterse a un tratamiento experimental que promete devolverle la juventud, pero este procedimiento es más que una simple transformación física: es una metáfora de la lucha interna que muchas mujeres enfrentan en la búsqueda de relevancia en un mundo que las margina con la edad.
La actuación de Moore es notable no solo por asumir un papel que la enfrenta directamente con sus propias vivencias y demonios, sino también por la intensidad emocional que aporta a su personaje. Elisabeth Sparkle no es solo una mujer obsesionada con su apariencia; es alguien que lucha contra un sistema que la ha moldeado y ahora la rechaza. Moore captura a la perfección esa mezcla de desesperación, rabia y resignación, convirtiendo a Elisabeth en un personaje trágico y complejo en los tiempos de las cirugías plásticas que deforman rostros y cuerpos y las sustancias que prometen ser el elíxir de la eterna juventud, como Bótox y Ozempic.
El otro gran pilar de la película es Margaret Qualley, quien interpreta a Sue, la versión rejuvenecida de Elisabeth. Qualley, hija de la actriz Andie MacDowell (la otrora estrella de Hollywood que protagonizó los clásicos Sex, Lies And Videotape, Four Weddings And A Funeral y Groundhog Day), aporta un contraste inquietante con su frescura y vulnerabilidad que en gran parte, heredó de una madre a quien ahora reemplaza en la gran pantalla.
The Substance se convierte en una alegoría de la alienación personal en un mundo que valora más la apariencia que la esencia. La relación entre ambos personajes también se destaca la compleja dinámica de la autopercepción y la identidad (pensemos en la dismorfia y su relación con la anorexia), y cómo el deseo de cumplir con las expectativas externas puede deshumanizar a quienes las persiguen.
Harvey es una figura repulsiva, y Quaid se divierte visiblemente al interpretar a un villano que es tanto cómico como aterrador. Su actuación es un recordatorio del tipo de hombres que manejan los hilos detrás de cámaras, dispuestos a sacrificar a cualquiera en nombre del éxito y la rentabilidad.

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